Soame “Mujeres de Tradición” milenaria en el telar de cintura

Rosy Linares.

Por Rosy Linares.

Soame “Mujeres de Tradición”; Grupo de Gabaneras de Hueyapan está conformado por 29 integrantes de entre 20 y 72 años de edad con una tradición milenaria en el telar de cintura.
En el recién conformado municipio indígena Hueyapan ubicado en la zona Oriente de los Altos de Morelos, cercano al Volcán Popocatépetl y con el municipio de Alpanocan que pertenece al estado de Puebla, existen las mujeres gabaneras, Soame “Mujeres de Tradición”.

El arte de tejer es una tradición familiar de generación en generación, relatan que usan la lana de la oveja para tejer, hasta que la prenda está lista para vestir, este trabajo es cien por ciento artesanal y de gran labor; sólo intervienen las manos de las gabaneras, mujeres de la comunidad indígena de Hueyapan.

Foto: Rosy Linares.

Primero trasquilan a la oveja, se lava la lana; con una planta llamada cardo la enderezan para después utilizar el malacate, instrumento de origen prehispánico con el que obtienen el hilo, asimismo se encargan de pintar el hilo con pigmentos naturales obtenidos de animales y plantas del campo, entre ellos el pericón, cochinilla, añil vegetal y el negro natural del borrego, también mezclan los pigmentos para obtener más colores, por ello la elaboración de un suéter, gaban, entre otros, una prenda puede durar varios meses o un año dependiendo de la prenda, ya que es un trabajo totalmente artesanal; esta tradición fue heredada desde el siglo XVI y aún se conserva viva.

Cabe destacar que el municipio indígena de Hueyapan es la tierra del rebozo, aquí las mujeres indígenas, y ahora también hombres, dedican gran parte de su día a tejer hermosas prendas únicas de las que se puede afirmar son verdaderas obras de arte, el rebozo tradicional de Hueyapan es de lana negra, muy ancho, cubierto casi por completo de bordados en punto de cruz hechos con estambre de colores.

Foto: Rosy Linares.

Quedan algunos dibujos antiguos como la cruz de brazo doble y la greca del agua, los bordados originales se elaboran sobre lana con la técnica prehispánica, se tiñen con añil, el estambre es pintado de modo artesanal con vegetales y colorantes naturales como la cochinilla.

Falta apoyo por parte de las autoridades del gobierno, del sector de economía ya que, esta tradición se está perdiendo por el alto costo de la lana, y falta de borregos para obtener la materia prima que necesitan.

Hueyapan es uno de los municipios que fueron afectadas por el sismo de septiembre de 2017. Entrar al pueblo, para quien ya no tiene tan presente este evento, es un recordatorio intenso. A donde mires hay secuelas; algunas sutiles, como las grietas en las bardas de las casas; otras tremendas, como lo que pasó con la iglesia, la ayudantía y el mercado, aún así, resisten las gabaneras, artesanas dedicadas a la elaboración de magnificas prendas hechas con lana de borrego, verdaderas joyas brillantes, donde cada hilo cuenta una historia y tiende una relación entre las artesanas y su tierra.

Foto: Rosy Linares.

La lana se espurga, para quitarle el pasto y hojas que se le pegan al borrego que pasea en el campo. Después se cepilla con una planta que llama cariñosamente “espinitas”, hasta que queda esponjosa y perfectamente limpia, se va enredando, poco a poco, formando el hilo que se acomoda en un ovillo.

Antes, por supuesto, hay que trasquilar a los borregos, una vez que se tienen los hilos, hay que teñirlos, los tintes se fabrican moliendo ingredientes que solo son de temporada y que recogen en el campo, para los amarillos, flores de cempasúchil y pericón. Para los rojos, grana cochinilla. Los cafés y negros son con cáscara de nuez. El azul es muy especial: se hace de añil, un líquido misteriosamente fermentado, que se tiene que ir alimentando con agua y cuya “agua madre” se va pasando entre generaciones.

Foto: Rosy Linares.

El telar de cintura es un método mucho más complejo de lo que parece. Cada prenda elaborada, tiene su historia, se llevan las alegrías, tristezas, enojos, de las artesanas, los precios por dicho trabajo con de poco más de mil pesos, cuentan que a veces venden en boutiques y tiendas de artesanías. El problema es que ahí no les conviene mucho, porque ellos se quedan con la mayor parte, lo ideal es que ya no haya intermediarios, y confían que el gobierno o la iniciativa privada las apoye y no se pierda esta tradición artesanal generacional y cien por ciento orgánica, no utilizan químicos.

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