Con el fin del mes de octubre y la llegada de noviembre, en México aumentan las diversas expresiones para festejar a la huesuda; porque, a decir verdad, el mexicano festeja a la muerte todos los días, se ríe de ella y hasta la venera mediante símbolos como la niña blanca o Santa Muerte.
Muy bien dice nuestro Premio Nobel de Literatura Octavio Paz acerca de la muerte en su libro El laberinto de la soledad: “El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente”.
Y justamente, la adoración llega a tal grado que se ha convertido en una figura con miles de creyentes; la Santa Muerte es venerada y honrada, considerada la protectora ante las causas más difíciles.
Si también has visto los rosarios de la “Niña Blanca” colgando en los cuellos de los mexicanos, y te has preguntado por sus orígenes, esta nota te resultará interesante.
Origen de la Santa Muerte
La veneración a la muerte tiene sus inicios en las religiones prehispánicas. La muerte, como otro ser natural y de la vida, constituía un ser divino de nombre Mictlantecutli para los aztecas.
Posteriormente, con la llegada del catolicismo a tierras mexicanas, a la muerte le atribuyeron los pecados y enemistad.
La Santa Muerte imitó las imágenes y ropas de los santos católicos, en específico a la figura de la Virgen María, pero con sus elementos característicos: la guadaña en una mano y el mundo en la otra.
Cómo surgió el culto de la Santa Muerte
Hay varias teorías religiosas y culturales acerca de sus inicios. Katia Perdigón Castañuelas, doctora en antropología y restauradora, en su libro La Santa Muerte, protectora de los hombres, analiza la evolución de Mictlantecutli a la figura popular de El Rey San Pascual, del siglo XVII.
En el blog oficial de Bernardo Barranco, maestro en sociología del Catolicismo, reporta el culto a la Santa Muerte entre políticos y narcos.
Fiesta a la Santa Muerte en Coatepec
En Veracruz está uno de los centros de festejos hacia la Niña Blanca. Realizados justo a inicios de noviembre, acompañan el Día de los Muertos.
En el barrio Cárdenas de Coatepec se realiza la Fiesta a la Santa Muerte y, por su sincretismo católico, las devociones empiezan con rosarios, oraciones y festejos en la noche.
Como ya es tradición en el pueblo, los habitantes realizan una peregrinación local, un éxodo con más de mil personas cargando un arco floral dedicado a la Niña Blanca.
Existen otros altares a esta polémica figura. Está el enclavado en el centro de la colonia Morelos, en el barrio bravo de Tepito, el cual nació el 31 de octubre de 2011, cuando doña Enriqueta Romero se atrevió a hacer pública su fe al instalar un altar con la figura de la muerte afuera de su casa.
Hoy, el altar de la calle Alfarería 12 en Tepito, es el más concurrido de la Ciudad de México.
Opinión de la Iglesia Católica
La Santa Muerte genera mucha polémica por su devoción. A pesar de su popularidad cultural, todavía genera ciertos debates entre la comunidad religiosa.
En uno de los sitios web esenciales de la comunidad católica, el rito a la Santa Muerte es considerado una superstición de los mexicanos, niegan su título de “santa”, que los católicos que la adoran están en pecado grave e, incluso, la describen como secta y por lo tanto no es parte de la devoción católica.
Sin embargo, el padre David Romo, líder del grupo devoto a la Santa Muerte, expresa así la defensa de su fe:
Ubicar a la santa Muerte, en el lugar que le corresponde, que es el de los santos, es lo natural, ya que este ser no necesita de una canonización, como el ángel Gabriel […]
Como se ve, la llamada Niña Blanca genera opiniones divididas; los que le atribuyen milagros como los que acusan de charlatanería o simplemente son escépticos.
Sin embargo, no podemos negar que es un enigmático elementos de nuestro folclor religioso y cultural, la Santa Muerte se sigue abriendo paso en la fe de muchos mexicanos.