“Yo chingo, tú chingas, él chinga…” seguramente en alguna ocasión lo has dicho y si no, al menos lo has escuchado, pero sabes de dónde viene la palabra “chingar“.
El mexicanismo es tan bello y complejo que queda claro que no es lo mismo ser un “chingón” que un “chingado”, ni que una “chingadera” sea igual a una “chingonería”.
Aunque no se ha definido claramente el origen etimológico de esta palabra se tienen registros en nuestro país de uno de sus derivados: hijo de la chingada, de finales del siglo xvi, utilizado como insulto para referirse a los mestizos.
El origen de la palabra “chingar” no es tan claro, pero la Real Academia Española apunta a que proviene del caló gitano čingarár, que significa “pelear”.
Chingar no solamente es un verbo sino un concepto amplio que conlleva mil y un significados como: un acto de robar, triunfar, molestar, acabarse algo, entre muchos otros.
Recordemos que en “El laberinto de la soledad“, Octavio Paz afirmó que “chingar” viene del náhuatl “xināchtli”, señalando que “es hacer violencia sobre otro. Es un verbo masculino, activo, cruel, pica, hiere, desgarra, mancha. Y provoca una amarga, resentida satisfacción en el que lo ejecuta”.
Y aunque el escritor la llamaba “maldita” y le daba el carácter de “prohibida” y “secreta”, la concepción de esta serie de palabras puede cambiar porque la lengua va cambiando de acuerdo a la época que se vive, cada generación tiene una diferente forma de ver la cultura, la vida, el mundo.