Relleno de papa con longaniza, lechuga, queso y salsa y sus tapas bañadas en chile guajillo. Algunos más exóticos han experimentado rellenarlo con otros guisos como el chicharrón prensado, hongos, tinga de pollo o res, hasta huevo con jamón.
Así es nuestro querido pambazo, uno de los antojitos preferidos por los mexicanos y que no puede faltar en ningún puestecito o local de garnachas.
Muchos tienen la creencia que se hacen con bolillo normal, pero el usado para este antojito tiene su propio nombre: pan bazo, un pan blanco de harina de trigo con levadura y sal.
Una de sus principales bellezas es el costo, es muy económico a pesar de ser preparado con varios ingredientes; su precio va desde los 15 a los 30 pesos.
El origen de este sencillo pero delicioso platillo tiene dos teorías. La primera es que se crearon en Xalapa, Veracruz, en honor a la emperatriz Carlota, esposa de Maximiliano de Habsburgo.
En sus palabras, fueron inventados por un cocinero llamado Josef Tüdös, a quien se le ordenó preparar un pan que simulara la punta del volcán Citlaltépetl (Pico de Orizaba).
La otra hipótesis se remonta a la época del Virreinato, cuando se comenzó la producción del “pan basso”, un bollo elaborado con diferentes mezclas de harina de baja calidad, huevo y leche, muy económico y llenador que se hacía en las llamadas pambacerías.
Inicialmente se rellenan de frijol, mayonesa, jamón, pollo deshebrado, chorizo, lechuga, cebolla y chile chipotle adobado, pero con el paso de los años ganó popularidad el que conocemos ahora, hasta convertirse en el original.
Gracias a su delicioso sabor, presentación y demás atributos, es catalogado como uno de mejores platillos tipo sándwich a nivel mundial.