El año nuevo o el rito para dar inicio a un nuevo ciclo se repite en diferentes culturas pero se destaca en México el que se realizaba en las culturas Maya y Mexica.
Porque mientras que los mexicas le hacían honor al Dios del Fuego Xiuhtecuhtli, quien era el encargado de la regeneración del mundo, los mayas efectuaban una gran fiesta durante el mes que era hacia julio para marcar un nuevo ciclo.
Tanto para los mexicas como para los mayas las festividades para darle la bienvenida a un nuevo ciclo comprendía la preparación de platillos especiales, ritos corporales. limpieza del hogar, bailes ceremoniales y el desecho de lo viejo.
Las celebraciones de fin de año están relacionadas con los astros: el sol, la luna y aunque en las civilizaciones de Mesoamérica el calendario estaba conformado en la mayoría de los lugares por 18 meses de 20 días más 5 sobrantes que era considerado un mes corto, el inicio de año se daba en distintas fechas.
Para los mexicas el año iniciaba en febrero, lo cual no tenía relación con ningún acontecimiento importante astral.
Este momento también era importante para los jóvenes de distintos barrios o calpullis, quienes iban de caza y entregaban lo obtenido —principalmente sabandijas y animales pequeños— a los sacerdotes, quienes a su vez ofrendaban al fuego.
Durante esta fiesta se repartía un tipo especial de tamal y además, a final de año, interpretaban un baile como en casi todos los meses.
Asimismo se les practicaba una ceremonia de horadación (perforación de las orejas), y les daban de beber pulque en unas tazas pequeñas, que era como una especie de bautizo pues contaban con “padrinos”.
En el caso de los mayas, durante estas fechas adoraban a todos sus ídolos y renovaban todas las cosas que tenían para su servicio: vasijas, bancas, ropa, barrían las casas y todo lo viejo lo tiraban a la basura.
La costumbre de barrer es muy extendida entre los pueblos, ya que entraña la renovación, pensar que para el año siguiente todo será bonito.