En la década de los 60 apareció en los libros de texto gratuitos la imagen de una mujer de rasgos indígenas cubierta sólo por una ceñida túnica blanca que dejaba ver su prodigiosa figura: Victoria Dorantes.
Anónimamente ella se fue convirtiendo en el símbolo clásico de la patria.
Tenía sólo 18 años de edad cuando el pintor jalisciense Jorge González Camarena quedó prendado de su belleza durante una visita a Tlaxco, estado de Tlaxcala, de donde ella era originaria.
El artista, quizá también tratando de seducirla, le pidió que posara para él pero ella respondió que eso era imposible pues estaba casada y su marido era, además de celoso, un matón de Hidalgo.
Tiempo después, Jorge González abandonó el proyecto de pintarla, hasta que un día se enteró de la realización de un funeral en la casa de Victoria; él pensó que la joven ya había muerto, pero al entrar descubrió que era precisamente el esposo el que estaba siendo velado.
La sensual mujer tlaxcalteca quedó viuda a los 19 años y libre para posar para el pincel de González Camarena.
Desde este momento el artista la usó para muchas de sus obras, pero en la que alcanzó el esplendor fue en “Patria”, un óleo sobre tela, que poco después fue la que eligieron las autoridades educativas para las portadas de los libros de texto: la primera vez de 1962 a 1972 y luego de 1992 en adelante.
El familiar de Jorge González Camarena, Marcel González , afirma que su abuelo y Victoria Dorantes vivieron un fuerte romance durante muchos años, pero en algún momento de la historia terminaron la relación y nunca se supo más de ella.