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Fotos ‘post mortem’, la tétrica costumbre que duró cerca de 90 años en México

Por Daniel Ramírez

En la casa de tus abuelos o algún hogar antiguo, quizá haya fotografías en blanco y negro, enmarcadas con cuadros de metal, de fierro y ovalados.

No es por asustarte, pero quizá sean imágenes tomadas pocas horas después de la muerte de la persona en cuestión. Esto se debe a una práctica que duró en México alrededor de 90 años.

Este tipo de imágenes ‘post mortem’ se realizaban porque los familiares querían un recuerdo de su difunto antes de enterrarlo y porque solo tenían fotografías de su nacimiento y boda.

Con ayuda de químicos para manipularlos y varillas como la de los maniquíes, mantenían los cuerpos en una posición ideal para las fotos antes de que se pusieran rígidos.

Las fotografías que más se hacían eran las que simulaban que el protagonista estaba vivo y los familiares posaban junto a él, las que aparentaba estar dormido o en su lecho de muerte.

Al inicio, los cuerpos eran llevados a un estudio fotográfico, pero al ser costosa la sesión poco a poco optaron por hacerlas en las casas de los fallecidos.

Había tan buenos trabajos, que si no se conocía al difunto era complicado identificarlo en la fotografía. A inicios de 1930 se fue perdiendo esta práctica, tal vez porque ya tenían más fotografías de sus seres queridos.

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