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El agua de jamaica y su mexicana historia

Por Miguel Angel Romero

Todos la hemos probado, su color intenso y su sabor ligeramente acidulado, hacen que el agua de jamaica sea la favorita de nuestro país, pero aunque no la sabías, no es originaria de México.

Pero, seamos francos, ya se ha ganado su carta de naturalización con su presencia en todo el territorio nacional, esa flor tan popular se llama hibiscus sabdariffa (malváceas) y llegó a México a bordo de la Nao de China.

Dicha embarcación española que, desde 1565, empezó a cruzar el Océano Pacífico de Filipinas hasta la Nueva España intercambiando productos, de esta manera, podemos deducir que el primer estado mexicano en donde hubo esa flor fue Acapulco, Guerrero.

Sin embargo, parece que el lugar que vio nacer a la flor de jamaica fue el África Tropical, es decir Egipto, Sudán y Senegal, en estos países se cultivaba no por la flor sino para extraer fibras de sus duros tallos que servirían para crear telas gruesas, parecidas al henequén.

El 70% de la producción nacional  de jamaica se vende a granel y el resto se industrializa para producir vinos, concentrados, mermeladas, bocados y conservas, y claro que las aguas frescas que gustan tanto en nuestro país.

Aunque cabe mencionar que en México se consume jamaica china y jamaica mexicana, la primera posee un tamaño pequeño y con tono negruzco. A diferencia de la nacional que es más fina, de un color rojo intenso y un poco más grande; además de un sabor extraordinario.

La flor continúa arraigándose en el paladar de los mexicanos, tanto así que ahora no sólo se prepara agua con ella sino quesadillas, salsas, sopas, licores, postres y botanas fritas que roseadas con limón y chile piquín.

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